El Viyi de Nikolái Gógol

La historia concierne a tres estudiantes del Monasterio Bratsky en Kiev. Una tarde de verano después de que las clases han finalizado, el teólogo Khaliava, el filósofo Khoma Brut y el retórico Tibery Gorobets localizan una alquería en la que poder descansar ante la fría noche que se avecina. La anciana que custodia la casa en un principio se niega pero acaba aceptando. Más tarde la vieja (que resulta ser una bruja) se presenta ante Khoma Brut y comienza una lucha frenética. El filósofo realiza un exorcismo y provoca el desfallecimiento de la anciana quien misteriosamente vuelve a lo que es su forma original, la de una bella mujer. En los sucesivos días comenzará la verdadera pesadilla para Khoma Brut al recibir un espeluznante encargo.

El Viyi, tal y como el propio autor señala «es una creación colosal de la imaginación popular. Los ucranianos designan con ese nombre al jefe de los gnomos, cuyos párpados llegan hasta el suelo. Todo este relato es una leyenda popular».

El cuento está lleno de elementos terroríficos y espectrales, destacando el maravilloso pulso narrativo de Gógol. El argumento nos muestra la condena de un inocente, al que solo puede reprochársele haber tenido un sentimiento ajeno a un verdadero cosaco: el miedo.

Tolstói, aunque incluyó El Viyi en las lecturas recomendables entre los 14 y los 20 años, lo calificó como uno de esos textos que causan una impresión enorme. Muchos años después, el crítico norteamericano Edmund Wilson, calificó a Gógol como el más grande escritor de cuentos que son a la vez de horror y de problemas psíquicos o morales (comparándolo con Poe, Hawthorne y Melville), y calificó a El Viyi como «un cuento de vampiros, uno de los más terroríficos especímenes de su clase jamás escrito».

Comentarios

  1. de casualidad no tienes el libro

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  2. Es complicado encontrar recopilatorios en castellano de la obra de Gogol.

    Prueba en Amazon porque seguramente haya alguno a la venta aunque, eso sí, en inglés.

    Un saludo.

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  3. Gracias por la producción radiofónica!!!

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  4. ¡Genialísimo, como siempre...! También me encanta la versión cinematográfica soviética de 1967, que uno no se espera viniendo de la URSS, de quién siempre se tiene la idea de rigidez y frialdad, y sin embargo, es fantasiosa, artística y, eso sí, un poco irreverente por la carga divertidísima que le dieron sus creadores.
    carlos sanmi

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