El retrato de Dorian Gray


Londres, 1890. El joven y atractivo Dorian Gray es retratado por su amigo pintor Basil Hallward. A partir de ese momento, será el retrato el que envejezca y el que recoja las secuelas psicológicas que atormentan y alimentan el alma de Dorian, mientras que éste parece no avejentarse.

En El retrato de Dorian Gray el escritor irlandés Oscar Wilde ahonda en el mito de Fausto para escribir esta gran novela de tipo filosófico y resonancias góticas y sentido del humor cínico, una de las cumbres de su literatura. En la misma se diatriba sobre el significado de la belleza, el placer, la corrupción moral, la conciencia o el paso del tiempo, escarbando en la búsqueda de fines hedonistas y en los recovecos más recónditos del espíritu humano, atraído por el siempre tentador lado oscuro.

El libro, con una narración omnisciente en tercera persona, está ambientado en el Londres de finales del siglo XIX y tiene en su principal fundamento un comentario moral sobre las consecuencias de un comportamiento licencioso, con el protagonista principal mostrándose atraído por la belleza física, voluble con el irrevocable transcurso temporal, liquidado en su vano narcisismo y en elegir el hedonismo como fin vital, mientras su alma termina corrompiéndole y arrojándolo a un destino fatalista.

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