El Horla

Discípulo y protegido del gran Flaubert, Guy de Maupassant escribió cientos de relatos, muchos de ellos de indudable brillantez, como Bola de sebo (1880), su primera obra maestra. Pero son los de terror aquellos que le proporcionaron el reconocimiento de maestro. Fue también autor de cinco novelas, entre ellas la célebre Bel-Ami, publicada en 1885.

Profundamente desequilibrado, obsesionado por la muerte y lo sobrenatural, se mantuvo al margen de las inquietudes sociales de su época y de su entorno literario, que se encontraba en pleno auge del naturalismo. Junto a la sífilis, le acompaño siempre la locura, hasta acabar sus días en un manicomio, meses después de un intento fallido de suicidio. Pero fue precisamente la locura quien inspiró sus mejores obras. Entre ellas, El Horla.

El Horla forma parte de los 28 cuentos fantásticos que escribió Maupassant. No sólo es un relato que involucra de algún modo la creencia en vampiros, sino que dota aquella creencia con una serie de sutilezas y otredaes muy propias del escritor francés. Está relatado en primera persona, como un diario personal que refleja la evolución de los acontecimientos ominosos que se suceden en la vida del protagonista.

El Horla destaca por la profunda evocación de la otra realidad, del Otro: una especie de sombra o reflejo que puede ser externo y ajeno a nosotros, o bien una mirada introspectiva hacia los vastos abismos que allí residen.

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