La puerta abierta

Margaret Oliphant consiguió que el mismo Montague Rhode James se rindiera ante la fuerza espectral de esta obra maestra, a la cual el maestro de la ghost story jamás dejó de dedicar los más encendidos elogios.

Aunque aún aparecen las ruinas como epicentro de la acción, escenario heredado de la tradición gótica, La puerta abierta resulta plenamente moderno por varios aspectos. El primero de ellos, la forma en que ese escenario gótico es presentado: nos encontramos no ante los restos de una antigua iglesia o mansión señorial, sino los tristes muros semiderruidos de una casa moderna, en concreto el muro y la puerta de acceso del personal de servicio. En principio, nada más prosaico. En segundo lugar, aunque la interpretación fantasmal es la que domina el relato, no se dejan de lado otras posibles interpretaciones, tanto realistas como una de calado fantástico pero alejada por completo de la idea del alma en pena acosada por un hecho trágico de su vida (si bien ésta es la que empapa el relato y lo domina). Otro aspecto más podría ser la misma actitud del protagonista, casi un cazafantasmas o descubridor de misterios, sólo que aquí obligado por circunstancias personales que lo llevan a actuar de tal forma y no por dedicación.

Un relato extraordinario y difícil de olvidar, imposible también de escuchar sin sentir de continuo ese familiar estremecimiento que nos indica que el miedo está haciendo acto de presencia.

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