Al final de la Edad de Hierro, concretamente en el siglo I a.C. año VIII, una bestia aterrorizó a todos los pueblos astures y a quienes los habían conquistado: los romanos. Cerca de Noega, el ejército romano acorrala al monstruo en un pantano y acaba con su vida advirtiendo éste que núnca podrá morir.
En Gijón, en el año 1998, encuentran el cadáver de una momia en un depósito de turba. El doctor Carlos Montero es el encargado de su traslado y de colaborar con la extrovertida arqueóloga Elena Vega. Lo que parecía una investigación rutinaria acaba con el descubrimiento de un extraño biochip dentro de la momia y de su canibalismo.
Ante el desconcierto, Elena decide pedir ayuda a su padre el historiador Gustavo. Los tres descubrirán el más insólito de los secretos. Mientras, la momia continúa con la misma mueca de sonrisa desde su muerte.
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